Un trágico incidente sacudió el mundo del metal cuando un joven fan de 19 años falleció tras ser empujado del escenario por Randy Blythe, vocalista de la banda estadounidense Lamb of God, durante un concierto en Praga, República Checa, el 24 de mayo de 2010.

La víctima, posteriormente identificada como Daniel Nosek, aparentemente intentó subir al escenario varias veces durante el espectáculo. Según testigos presenciales, en su último intento, Blythe empujó a Nosek de vuelta hacia el público, provocando que cayera y golpeara su cabeza contra el suelo de concreto. Nosek fue trasladado de urgencia a un hospital con graves lesiones en la cabeza y lamentablemente falleció varias semanas después debido a sus heridas.

El incidente inicialmente no fue reportado a las autoridades ni a la banda, saliendo a la luz dos años después cuando Lamb of God regresó a la República Checa para otro concierto. Blythe fue arrestado a su llegada al aeropuerto de Praga en 2012 y acusado de homicidio involuntario.

El caso desató un intenso debate sobre la responsabilidad de los artistas y la seguridad en los conciertos. La defensa de Blythe argumentó que simplemente estaba reaccionando ante una situación potencialmente peligrosa, en línea con las prácticas comunes en conciertos de metal. Sin embargo, la fiscalía sostuvo que el empujón fue excesivo y llevó a la muerte prematura de Nosek.

Tras un juicio muy publicitado, Blythe fue absuelto en 2013, citando el tribunal la falta de pruebas suficientes para una condena. A pesar del resultado legal, la tragedia ha tenido un impacto duradero en la banda, la industria de la música metal y, más significativamente, en la familia de Daniel Nosek.

Este incidente ha llevado a discusiones más amplias sobre las medidas de seguridad en los conciertos y la necesidad de directrices más claras con respecto a las interacciones entre artistas y público, particularmente en géneros musicales conocidos por sus actuaciones de alta energía.