Durante unos días, las redes sociales estuvieron en plena ebullición. Usuarios de todo el mundo creyeron haber descubierto por fin la prueba definitiva de una visita extraterrestre cuando una imagen de Google Maps comenzó a circular por Internet: lo que parecía un platillo volante aparecía semienterrado en las arenas del Sahara, cerca de la pequeña localidad de Bordj Omar Driss, en el sur de Argelia.
La historia la lanzó Scott Waring, un conocido investigador del fenómeno OVNI. Mientras exploraba imágenes satelitales de esta remota región desértica, se topó con una estructura circular que interpretó de inmediato como una nave estrellada y enterrada a unos diez metros de profundidad. La noticia no tardó en propagarse: foros y páginas especializadas compartieron la imagen, alimentando la idea de un misterioso objeto olvidado bajo las dunas.
Sin embargo, el espejismo no tardó en desvanecerse. Tras una inspección más cercana del entorno, otro investigador localizó una estructura idéntica en las inmediaciones, esta vez coronada por una torre en construcción. En realidad, se trataba simplemente de la base circular de hormigón para un aerogenerador —un cimiento perfectamente corriente a ojos de los ingenieros.
Este malentendido es un recordatorio más de los peligros de sacar conclusiones precipitadas en el ámbito de la ufología. En la era de Internet, basta una sola imagen intrigante para disparar la imaginación colectiva. Pero, en la gran mayoría de los casos, la realidad es mucho menos misteriosa que la ficción: antes de ver un platillo volante en el desierto, es mejor preguntarse si no se trata, sencillamente, de un proyecto humano perfectamente ordinario.
Sources
Insólito - 25 juin 2025 - Scipius -